jueves, 6 de noviembre de 2008

12 HOMBRES EN PUGNA


12 Hombres en pugna (Twelve Angry Men), escrita por Reginald Rose, es la obra no musical más taquillera en la historia de Broadway: nominada en el 2005 a tres premios Tony, incluyendo mejor obra y mejor guión adaptado. En sus dos versiones fílmicas ha logrado obtener tres premios de la Academia, cuatro nominaciones a los Globos de Oro y fue ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín. Con la participación de un elenco que conjunta muchos años de experiencia sobre el escenario, encabezados por el primer actor Ignacio López Tarso y compartiendo créditos con Aarón Hernán, Juan Ferrara, Roberto Blandón, José Elías Moreno, Patricio Castillo, Salvador Pineda, David Ostrosky, Miguel Pizarro, Marco Uriel, Miguel Rodarte y Rodrigo Murray, todos bajo la dirección de José Solé.

La historia se desarrolla en la ciudad de Nueva York, a principios de los años 50, donde doce miembros de un jurado tienen la difícil tarea de deliberar sobre la inocencia o culpabilidad de un joven de 16 años acusado de asesinar a su violento padre. El fallo del jurado deberá ser unánime. Si es declarado culpable, será ejecutado en la silla eléctrica, las pruebas y los testimonios parecen irrefutables en su contra. Todos los jurados creen que es culpable, excepto uno ¿Podrá un solo hombre cambiar el rumbo de este juicio?

La escenografía, que reproduce estupendamente una sala de 1957 en la que se reúne el Jurado que habrá de decidir si un adolescente acusado de asesinar a su padre es o no culpable, se debe a Fernando Payán y contribuye de manera decisiva a lograr la atmósfera adecuada. Iguales méritos debe otorgársele a la iluminación de Jorge Ramírez y al vestuario de Diana Muñoz.


La obra logra captar totalmente la atención del público desde el primer momento y mantener la tensión a lo largo de sus aproximadamente dos horas de duración que se presentan sin intermedio. No hay lugar para la expectativa, no es importante si el dictamen es de culpable o inocente, lo importante aquí es lo que pasa en el transcurso del inicio hasta el final.

Sucede así porque el perfil psicológico de todos y cada uno de los personajes está perfectamente dibujado y su conducta es reflejo de, claro, sus personales circunstancias, pero también del momento histórico y la sociedad que viven (mediados del siglo pasado y plena guerra fría), con un nacionalismo exacerbado y todavía con la creencia real de que vivían el mejor de los mundos posibles. Apenas unos 10 años después ese espejismo les saltó en mil pedazos y sus propios jóvenes se encargaron de hacerlo estallar.

Nada de raro tiene entonces, la diatriba del Jurado 10 que expone en toda su bestial claridad la mentalidad fascistoide de los que ayer, como hoy desgraciadamente, creían auténticamente en la “superioridad americana”. Esos de ayer quizás ya no estén para verlo pero, los de hoy, tienen que no solo verlo sino asimilarlo, un negro, muy posiblemente, sea su próximo presidente. La “superioridad americana” se hace astillas.

La vida, la maravillosa vida es indetenible y quien lo dijera, una adusta Sala del Jurado de hace 51 años, en la que 12 hombres se desnudan en lo interno y airean, quizás sin proponérselo, sus más recónditos pensamientos y sentimientos, filias, fobias, temores, motivaciones y esperanzas, cobra hoy plena vigencia. La cobra porque, síntesis de la sociedad, nos dice lo que esa sociedad era y lo que, con todo y sus cambios pero también persistencias, es la de hoy.



Si la obra consigue manejar las emociones de la manera que lo hace, es porque lo determinante es la manera en la que nos la cuentan sus narradores, es decir, los actores que encarnan a los personajes, esos doce hombres enojados que entran en pugna y constituyen un grupo por demás heterogéneo. Desde este punto de vista debo decir que aún cuando, naturalmente, hay unos trabajos mejores que otros, el resultado del trabajo actoral de conjunto tiene necesariamente que calificarse como un trabajo de excelencia.

Teatro que reconcilia con el Teatro, es decir, aquel que estimula el placer de pensar y está magníficamente presentado, “12 hombres en pugna” no puede dejar de verse y, además, deben adquirirse los boletos con antelación ya que en todas las funciones tienen lleno y es imposible conseguir boletos para el mismo día.

“12 hombres en pugna” se presenta viernes a las 19:00 y 21:30, sábados a las 18:00 y 20:30 y, domingos a las 17:30 y 20:00 horas en el Teatro Helénico, Av. Revolución 1500, San Angel.

SINOPSIS: Un jurado entra a una sala de juntas para deliberar y emitir su veredicto en un juicio por asesinato. Un chico de 17 años es acusado de matar a su padre. Se les advierte que su veredicto debe ser unánime ya que el acusado será condenado a muerte. Por sus propios prejuicios y hasta por comodidad, once de los jurados lo consideran culpable y sólo uno de ellos no está seguro de que lo sea y defiende su “duda razonable”. Así comienza esta obra en donde los prejuicios morales, los resentimientos sociales y hasta los intereses personales hacen que una vida humana penda de un hilo. Doce hombres que se cuestionarán a sí mismos sus convicciones e intereses. Doce jurados. Doce hombres en pugna.





Por: Nelly Granados

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